El sentido común es un arma de doble filo. Puede ser una buena base, pero si en la búsqueda de una explicación, es la única herramienta, entonces se transforma en necedad. Con el problema del hambre en el mundo sucede eso. La mayoría de la gente, tiene un pensamiento Malthusiano, en donde existe más gente que alimentos. Extrañamente esa idea poderosa, pero falaz, queda impregnada en la memoria y es muy difícil de extirpar sino se muestran pruebas contundentes y se realiza un esfuerzo. Algo parecido sucede con el Lamarckianismo; extrañamente la gente suele pensar la evolución en términos de caracteres adquiridos, pese a que Darwin hace 150 años derrivó esa idea con otra más potente: primero azar, luego selección. Algún día los psicólogos deberían tratar de explicar porqué hay ideas que se aferran con más fuerza que otras.
Volviendo al tema del hambre, no es la falta de alimentos lo que hunde a la gente en la carestía. El problema radica en la pésima distribución de la riqueza. En la carencia de recursos monetarios para acceder a los alimentos. En un mundo capitalista, la única opción es tener dinero. Amartya Sen, economista liberal (remarco esto último para disipar sospechas), premio Nobel, demostró como durante las hambrunas que estudió, el alimento sobraba. El problema radicaba en la falta de acceso.
Una mejora en la distribución del ingreso no sólo se logra con políticas estatales dirigidas hacia ese fin. Se necesita, para lograr una sociedad más justa, una fuerte consciencia de todos los habitantes.
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6 comentarios:
El tema es cómo se puede llegar a esa gran toma de conciencia colectiva y masiva sin el sostén de políticas educativas...
Si tenés razón Carina, son necesarias políticas educativas, pero antes que eso, desde mi opinión personal, es necesario mejorar la distribución de la riqueza como primer paso.
Eso desde ya, sin una distribución más equitativa no vamos a ningún lado. Pero, pregunto, la educación en valores solidarios, en cumplir con los deberes impositivos como algo que redundará en beneficio para todos y no como un "castigo al humilde productor" (que tiene miles de hectáreas, encima) no ayudaría a acercarnos a esa situación de equidad? Aunque sea un poco, todo lo que aporte al fin de una sociedad más justa, me parece, es bueno.
Lo que intentaba decir es que sería bueno que el mismo Estado que lleve a cabo un programa de redistribución de la riqueza lo acompañe con educación al respecto, pero me salió cualquier cosa...
Carina, se entiende perfectamente y estoy de acuerdo contigo. LA redistribución tiene que ir de la mano de una educación. De hecho, como señalás, la educación impositiva es súmamente importante. Aunque eso no quiere decir que las grandes empresas acepten mánsamente pagar más impuestos. O los productores agropecuarios. Pero es cierto que las soluciones deben ser sistémicas y no tal vez avanzar por partes.
No sólo que el problema no es la falta de producción, sino que, contrario al sentido común malthusianista -o como se diga- hay sobre-producción, a escala mundial hay más alimento del necesario, y eso justamente genera otro problema, la sobre-explotación del suelo y la pérdida de diversidad biológica, en definitiva el sistema productivo actual no es sustentable.
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