martes, 2 de julio de 2019

La involuntaria crueldad del vegano

Nadie discute la crueldad con que la industria cárnica se maneja. Incluso, quienes son curiosos del problema alimentario, saben que desde la domesticación de los animales que consumimos, la pauta siempre fue la crueldad. No porque sea en sí misma un objetivo, sino porque lo que se prioriza, desde el neolítico, fue siempre el excedente y la ganancia. Y si la ganancia implica el maltrato animal, como una consecuencia no deseada, no se va a gastar un peso de más en tratar de evitarla. Este es uno de los argumentos más fuertes de quienes impulsan el veganismo compasivo y nadie en su sano juicio podría objetar tal situación. Los animales que consumimos claramente sufren horrores y a nadie pareciera importarle demasiado. Pero qué sucede con la producción de vegetales? La realidad es que la frontera agraria se viene expandiendo en los últimos 300 años y lo hace de una manera descontrolada. Para su ampliación es necesario romper con los ecosistemas y allí no muere sólo una especie de animales sino todo el conjunto que forma parte de ese ecosistema. La crueldad es más sutil, pero existe igual, la ruptura de los ecosistemas llevan a la muerte a una cantidad inmensa de animales y lo que es peor a la pérdida de la diversidad, único refugio de la supervivencia. No estoy diciendo que está mal ser vegano y que está bien ser carnívoro, nada más lejos de mi que eso, pero es claro que el problema de la crueldad no se agota en los sufrimientos que les implicamos a los animales para nuestro provecho en una sola área de la alimentación, sino que es un problema mucho mayor que en algún momento debemos abordar.

No hay comentarios: