miércoles, 12 de agosto de 2009

Cocinar con los chicos


Inés Biedma. amasatupan@yahoo.com.ar


Los chicos, desde muy pequeños, disfrutan de tocar y manipular el barro, la arena húmeda o la masa que alguien les pueda ofrecer.

Sentir su humedad, su textura y notar poco a poco que la materia puede cobrar forma son parte del crecimiento de la mayoría de los niños. Al ser invitados por sus padres a construir castillos de arena o en el acto espontáneo de crear formas con barro, el desarrollo de la percepción y el juego infantil encuentran una vía regia.
Los niños observan sus pisadas en la arena, arcilla o barro y las comparan con las de otras personas e inclusive con aquellas de los animales. Así tejen historias acerca de quién habrá pisado ese mundo que hoy pisan, establecen relaciones de tamaño, fuerza y peso, al tiempo que registran sus propias huellas plantares o dactilares, primeras exploraciones que hacen a su singularidad.

Por qué cocinar con los chicos?

Cuando invitamos a los chicos a participar de la elaboración del pan, estamos agregando a la lúdica tarea de amasar, el proceso de cocción a través del cual esa masa se transformará en alimento. La misma no será igual
que otras con cuyo contacto jugaban por el simple placer de jugar, aprehendiendo un mundo con su percepción ávida de sensaciones. Cuando un niño cocina, la masa del juego ha de ajustarse a determinados procedimientos y pasos a seguir relacionados con: proporciones, sabores y características químicas de los ingredientes, etc. Necesitará de un adulto que encienda el fuego.
El fuego es la llama de la transformación.
El niño perseguirá junto con el adulto una finalidad o meta a alcanzar. El proceso será bueno para jugar, al tiempo que el resultado será bueno para comer.
Participar al chico del rico mundo de la alimentación es iniciarlo en la maravillosa aventura de elaborar con otros el alimento que será compartido en grupo.















Por qué comer en grupo?

Esta pregunta cabe en estos tiempos en los cuales el acto de comer se ha vuelto muchas veces solitario. Aún en los niños. Cuántas veces nos encontramos con chicos que comen solos frente a la televisión?.
La comida en grupo no solo estimula el acto generoso de compartir, sino que también habilita e instruye al niño a incorporarse a la vida familiar, social y comunitaria de manera
que forme parte de la trama que lo contiene y reconoce.
Con el fuego nace la palabra.
La palabra es un don que nos humaniza dándonos acceso a una cultura que nos permite formar parte de una red invisible que nos sostiene.

Por qué hablar?
Para conocer el silencio…
GLUP!

1 comentario:

Manuela Tapia Cortese dijo...

Además...como en el amor, es importante diferenciar lo que nos llena de lo que nos nutre; debido a que sólo lo que nos nutre se propaga en el otro a través de nuestros actos; permanece y es capaz de alimentarnos para luego alimentar.

Cocinar no es sólo un acto generoso cuando se trata de hacerlo para otros, sino una tarea nutricia cuando se hace con otros y más aún con los ninos debido a que los acompana en el aprendizaje de procurarse su propio alimento: en este caso, habiendo transformado la masa en pan.

Interesante!