jueves, 17 de diciembre de 2015

La devaluación y el precio de los alimentos

Se anuncia desde hace algunas semanas una inminente devaluación que llevaría el valor de la moneda norteamericana a casi un 50% más que el valor hasta ahora oficial. Desde varias usinas de pensamiento con llegada en los medios masivos de comunicación, se plantea que el valor del llamado "dólar oficial" es artificial y que por lo tanto es necesario un sinceramiento que lleve su valor a un valor más acorde con la realidad. Se descuenta además que esta valoración a la baja del peso, tendrá un efecto en los precios y entre ellos impactará particularmente en los precios de los alimentos. Uno de los argumentos más escuchados es que el país no es competitivo debido al bajo valor del dólar y que por ello, al devaluar, el país estará en condiciones de exportar más productos. Estos razonamientos se repiten una y otra vez y en general no se reflexiona sobre lo que significan y sobre lo que implican, pareciera que se quiere convencer a la población que no hay otra salida y que el camino que nos lleva a perder poder adquisitivo es inevitable.
Varias cosas hay aquí para analizar. En primer lugar cabe la pregunta acerca de cómo se determina el valor de una moneda y si es cierto que existe un valor artificial y uno natural. La primer parte de la pregunta es totalmente válida desde un punto de vista epistemológico y es razonable querer saber que causas concurren en que un bien (en este caso el dólar) tenga el valor que tiene. La segunda parte es completamente irracional; nada hay de natural ni en la economía ni en el dinero; todo es artificial, aún cuando encontremos causas que determinan su precio, tanto el contexto como el objeto en sí es artificial, creado por el ser humano. Para responder a la primera parte de la pregunta uno podría ser reduccionista y plantear que es la oferta y la demanda la que define el precio. Sin embargo, cada vez más, es claro que las expectativas juegan un papel central; al mismo tiempo nadie es ingenuo y se sabe que el mercado cambiario no es un mercado en equilibrio, donde todos tienen la misma información, sino que hay notorios desequilibrios. Es un mercado oligopólico.
En segundo lugar uno podría analizar qué componentes de los alimentos son importados (es decir necesitan de dólares) y calcular el precio en función de ese cambio en el costo. Sin embargo aquí también juegan las expectativas y los mercados desequilibrados. 5 marcas de supermercados explican casi el 70% del consumo alimentario. Si ellos se ponen de acuerdo, los consumidores no tenemos chances.
Si observamos la historia económica argentina, veremos que las devaluaciones siempre impactaron en los precios. La única vez que lo hicieron en forma moderada fue en el 2002, cuando había un 50% de pobreza y por lo tanto se consumía poco (incluso alimentos con su demanda inelástica). El resto de las devaluaciones siempre fueron catastróficas para el bolsillo de la gente. Peor aún, durante la convertibilidad, cuando la inflación general era del 2% anual, los alimentos (en un país productor de alimentos) aumentaban al 10% anual.
Como puede observarse el futuro se presenta poco alentador, ojalá que no se cumplan estas predicciones basadas en la historia. Nuestra única alternativa va a ser organizarnos como consumidores.

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